miércoles, 23 de octubre de 2013

Con la vara que midas, serás… y con una cuarta más




Alex Darío Rivera M.*

El establecimiento crudo del capitalismo fortalecido por el modelo neoliberal nos ha dejado como herencia una voraz concentración de la renta y la riqueza abriendo radicalmente la brecha entre los pocos que tienen todo y, los muchos que no tenemos nada. La sociedad nuestra se encuentra polarizada entre un extremo irracionalmente rico y otro absurdamente pobre conformado por excluidos de la dinámica económica, entre ellos, muchos otros oscilan entre ambos polos sin tan siquiera enterarse de que son simples marionetas de la economía nacional y que ésta –a su vez- responde a los condicionamientos de una economía mundial.

Ese capitalismo insaciable se alimenta mediante la lógica de acumulación del capital, la que al mismo tiempo, se sustenta por la libre competencia empresarial que ha sacado provecho de los avances científicos y tecnológicos incrementando la producción y creando nuevas necesidades y hábitos de consumo. En un sistema capitalista –como el imperante en nuestro país- la apropiación de la riqueza está garantizada, es un derecho protegido por la ley y por el Estado, en este sentido, aún sigue teniendo vigencia el viejo enunciado del materialismo histórico de que “el Estado y el derecho surgen con el fin de conciliar las contradicciones de clase, en favor de la clase dominante sobre la clase dominada”. Esta lógica, vista a través del sentido común nos muestra que cuando uno se apropia, muchos son expropiados, en buen castellano: “Para que uno tenga mucho, muchos deben tener nada”, por esa característica, el capitalismo es un sistema que es incoherente con los principios de la justicia.

Esa visión del Estado y el derecho como instrumentos que favorecen a la clase dominante, ha garantizado a la avara oligarquía nuestra ejercer un poder omnipotente en todas las estructuras estatales y sociales, es por eso, que ante la inminente sacudida de sábanas que se ha generado a partir de la iniciativa gubernamental y de un amplio sector social de generar un proceso de consulta popular denominado “cuarta urna”, ha puesto en evidencia la fuerte reacción de una clase social poderosa que en el devenir histórico ha violentado la Constitución de la República y las demás leyes a su antojo, pero que ante la inminente amenaza de sus intereses, se ha transformado misteriosamente, en una fiel defensora de la Carta Magna que siempre han irrespetado, esto trae a mi memoria el viejo adagio popular que sentencia: “Con la vara que midas, serás medido y con una cuarta de más”, hoy, con una “cuarta urna”.

Pese a ser un convencido en apoyar este proceso de consulta que se debe orientar a un proyecto de desarrollo social más humano, justo y equitativo, no dejan de revolotearme una enorme cantidad de interrogantes sobre cómo enfrentar desafíos y temores, en todo caso justificados, porque ya lo manifestaba Lovecraf: “La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.”. Pero deteniéndonos en los desafíos, uno de ellos de orden monumental es como cambiar en el ser humano el nosotros por el yo, en otras palabras ¿Cómo se debe construir un proyecto económico al servicio de los menos favorecidos socialmente? puesto que esto implicaría una economía sometida a la política y una visión política solidaria que posibilite la participación de los que nunca han participado, los marginados, los miserables, los excluidos, enuncio esto porque esta propuesta surgida desde arriba y no desde abajo, ha servido como escenario para hacer aparecer a viejos “izquierdistas” que en un pasado reciente se habían acomodado –olvidando sus ideales- a los partidos políticos más tradicionales, ahora aparecen abanderados nuevamente con un discurso “revolucionario” que parece ponerse de moda, en muchos casos en este occidente, hasta personas vinculadas con las fuerzas represivas en la década de los ochenta, emiten emotivas arengas al propio estilo del Ché Guevara, quien se ha de “devanar” en su sagrada sepultura; estos han olvidado que la praxis social es la que determina la conciencia social, no de manera inversa.  Otras preguntas que fortalecen el escepticismo de muchos son ¿Cómo puede surgir un proyecto revolucionario al interior de la cúpula de un partido político históricamente conservador caracterizado –igual que el otro- por la corrupción, el clientelismo y una visión del Estado parecido al concepto de hacienda? ¿Será posible generar cambios sociales sin la dinámica consciente de los sectores populares, del ciudadano común? ¿Cómo cambiar esa visión de percibir a la sociedad como un todo y no como élites políticas? ¿Cómo dimensionar a los pobres como sujetos de la acción política y no como objetos de la misma? Ante estas preocupaciones, daré por ahora el beneficio no de la duda, sino de la esperanza, por ahora creeré que este pequeño paso que daremos el próximo domingo apoyando la consulta popular, sea un paso significativo para ir encontrando respuestas y, que en el fondo, exista la intención de propiciar una ruptura de orden político a fin de alcanzar sólidas transformaciones de orden estructural, de no ser así, en poco o mucho tiempo volveremos aplicar nuevamente el viejo adagio que lleva por nombre este comentario. Antes de irme, quiero transcribir a los intelectuales o pseudointelectuales que están encabezando este proceso, un párrafo maravilloso que nos heredó Robaiyyat “Los de mayor saber y mejores maneras, la reunión de sabios con su luz alumbraron; y no hallaron un camino hacia el día en la noche, solo contaron cuentos y después se durmieron”, esto último, con el afán de que no nos olvidemos de los pobres, de los sencillos, de los sin letras, que de poder leerme, les invitaría a apoyar esta iniciativa el próximo domingo.

 *Alex Darío Rivera M. Escritor y catedrático. E mail: alexdesantabarbara@yahoo.com

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