miércoles, 23 de octubre de 2013

Simposio Internacional de Escultura Itinerante, la memoria de la roca




* Alex Darío Rivera M.
“No hay cambio sin sueño, como no hay sueño sin esperanza”
Paulo Freire

Mientras existan soñadores, la esperanza estará salvaguardada. Esto, a pesar de que nos encontremos inmersos en una sociedad sostenida bajo el paradigma del capitalismo, enmarcado en la falacia de que el “ser” está supeditado al “tener” y que ha enfrascado a las sociedades humanas en la competencia individual como el único camino para alcanzar su plenitud, una plenitud del “yo” que permanentemente niega el “nosotros”, donde lo “mío” prevalece sobre lo “nuestro” y lo “privado” amenaza con la extinción de lo “público”. Esta lógica mezquina, heredada de occidente, de la avaricia del modo de producción capitalista, es la que un grupo de artistas y gestores culturales han comenzado a romper, movidos por un interés común, un ímpetu universal de transgresión a esa negación del “otro”.  Este colectivo de artistas surgió como un movimiento de escultores que han decidido la liberación del arte, arrebatar la belleza de esa dinámica utilitarista que lo ha limitado al concepto exclusivo de mercancía y de bien de consumo de la clase burguesa. Que lo ha “enjaulado” en museos, en salas de exposición y espacios académicos, todos ellos, fuera del acceso de amplios sectores de la sociedad históricamente marginados. Al comenzar en esta andanza, poco a poco, el movimiento se ha convertido en un crisol que alberga fotógrafos, músicos, escritores y teatreros, entre otros; eso sí, todos con sueños afines. Quijotes delirando un mundo más justo y equitativo, luchando frente a los molinos del egoísmo y de la envidia. El arte con su afán liberador, nos permite reencontrarnos con nosotros y con los otros, con esa esencia que –a veces- desconocemos en los engañosos espejos de la rutina y la tecnología. El fin supremo del arte es humanizar, justamente porque actúa en la dimensión espiritual, elemento soslayado por occidente al escindir materia y espíritu, paradigma que en su aspiración por alcanzar sus “verdades” ha limitado el infinito horizonte de la consciencia humana hasta convertirlo en un sujeto alienado, demente, violento, confuso y ambicioso, sin enterarse que al abandonar el sentido de unidad universal, perdíamos la consciencia de nosotros mismos. Desde luego, al ser coherentes con esos principios de la no exclusión, el movimiento se abre a personas no necesariamente vinculadas al arte, pero que compartan con estos ideales de resistir desde el arte y la contemplación a un sistema que lo percibe en términos exclusivos de lucro. Este equipo de artistas, se ha propuesto sembrar arte en cada rincón que lo solicite, que se lo “apropie”, que lo valore, acción que la ha asumido mediante la creación de grupos de esculturas asignadas a espacios urbanos a fin de potenciar el patrimonio cultural de la comunidad, de la humanidad. Toda esta dinámica, acompañada con esa sana intención de socializar el pensamiento y el sentimiento que los artistas asumen en común, donde las individualidades establecen sinergias frente a otras individualidades que a partir de la divergencia, el respeto y la tolerancia, se consolida en el fabuloso ensueño de la unidad. Esta iniciativa surgió en el año 2004 con artistas hondureños, italianos y cubanos. Para los años 2008 y 2009, celebran dos simposios auto producidos en el poblado de San Juan Intibucá. En el año 2010, se trasladan a Holguín donde elaboran cinco esculturas en el marco de las Romerías de Mayo en coordinación con La Unión de Escultores y Artistas de Cuba, un año después, con esa misma organización cubana, participan en el Primer Simposio Internacional de Escultura denominado “El Purial”. El año anterior, realizan el Simposio Internacional de Escultura nombrado “Cuando los sueños nos alumbran”, mismo que desarrolló en la ciudad de Gracias en el departamento de Lempira, luego, Santa Rosa de Copán asume el compromiso de hacerlo en dicha ciudad. El arte es ofrecido ad honorem por los artistas, la comunidad los alimenta y las municipalidades apoyan con la movilización de la roca y en ocasiones, algo de herramienta. Pues en esa utópica locura de esparcir esperanza, le ha tocado el turno a San Pedro Copán, desde este lunes recién pasado, los vecinos de ese poblado son llamados por la caricia que el cincel, el martillo, el buril y el disco le hacen a la roca solicitándole la estampa que esconde en sus entrañas, todo ese ritual, en manos de los maestros de arte de la talla de los hondureños José Eduardo Galeano (Mito), Fausto Tábora, Luís Alba, Darío Rivera, Kathy Munguía, Cesar Manzanares, Melvin Alvarado, Adonay Navarro y Porfirio Benitez, con la ofrenda artística de los escultores italianos Verónica Vazzichi, Simone Sanaglia y Francesco Albano. Toda esta manifestación de arte, desde luego, evoca la memoria de nuestros antepasados prehispánicos, versados artistas, cuyo pensamiento aun es conservado con persistencia en la roca, en la fluidez de la amenazada tradición oral y en la delicadeza de los códices que lograron salvarse del fuego inquisidor, este simposio, de alguna manera, es un solidario tributo a esa herencia en la debemos hurgar y profundizar, nuestras desdeñadas raíces.
*Catedrático y escritor. alexdesantabarbara@yahoo.com

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