Alex Darío Rivera M.*
Históricamente, el “Patepluma”
en su dinámica migratoria ha poseído la tendencia –obligatoria o voluntaria- de
abandonar su terruño. Desde una óptica retrospectiva, considero –personalmente-
que a pesar de que la migración se ha desarrollado como un proceso permanente
en lo que hoy es el departamento de Santa Bárbara, cuatro hitos han provocado
las oleadas migratorias internas más severas: 1- La edificación del fuerte San
Fernando de Omoa, 2- La construcción y operación del Ferrocarril Nacional, 3-
La instalación de las compañías fruteras y, 4- la aparición de las empresas
maquiladoras, todas ellas, en la cercana costa norte del país.
Una fuente eficaz para
determinar nuestro espíritu migratorio, es revisar los censos de las familias
que habitaban la cabecera departamental de Santa Bárbara hasta la mitad del
siglo anterior, de unas pocas de ellas encontramos descendientes
actualmente. La ciudad de Santa Bárbara
está llena de fuereños, personas que desde una o dos generaciones anteriores
llegamos de otros municipios del centro y sur del departamento
–principalmente-; aunque, no es escasa la población que su cordón umbilical
reposa en los vecinos departamentos de Lempira e Intibucá.
Para el año 2001, el municipio
de Santa Bárbara alcanzaba el quinto lugar con los mayores porcentajes de
emigrantes con respecto a la población que nacimos en él. Según dicho
dato, la emigración alcanzó el 49.8%. En
palabras menos complejas: “¡la mitad de los que nacemos en el municipio de
Santa Bárbara, lo abandonamos!”. De igual manera, éramos –para ese entonces- el
municipio con mayor saldo migratorio negativo, o sea, donde la emigración es
mayor que la inmigración; en buen castellano: “más la gente que se va que la
que llega”.
¿Por qué abordar este tema?,
pues sencillamente porque la información demográfica y específicamente la
migratoria es útil en la planificación del desarrollo local, un desarrollo aún
no visualizado por nuestras autoridades gubernamentales. La migración es una de
las principales variables demográficas y mide los movimientos de la población;
pero no es preciso quedarnos hasta dicha interpretación, esto nos lleva
irremediablemente a otra interpelación ¿Por qué se van nuestros paisanos?
La respuesta general a esta
última interrogante, quizá la encontremos adherida al reflejo de las
desigualdades económicas regionales y locales que se manifiestan en las
condiciones socioeconómicas de nuestra población. En este sentido, el panorama
parece desalentador, la población que más emigra es la juvenil, las causas
principales son la falta de espacios y oportunidades para generarse condiciones
de vida digna. A pesar de no contar con un diagnóstico que nos asevere las
causas, todos tenemos la convicción de conocerlas, excepto desde luego, los que
administran este país y, particularmente nuestro municipio, considerando que el
gobierno municipal debe ser el espacio idóneo desde donde se pueden impulsar
los procesos de desarrollo.
Para dar un poco de luz y no
finalizar este comentario de manera desesperanzadora, recordemos que desde
siempre el santabarbarense se ha caracterizado por su trabajo, la vocación
artística, el potencial intelectual y cultural, pero sobre todo, por la
permanente actitud de buscar trascender auténticamente a pesar de sus limitaciones,
para lo cual basta recordar a José María Tobías Rosa, Jesús Aguilar Paz,
Salvador Paredes, Benigno Gómez López, Celso Reyes y Rafael Bardales Bueso,
entre otros, varios de los cuales abandonaron esta tierra, pero siempre serán
hijos virtuosos de ella, ya que con su
aporte han escrito páginas importantes en la historia de nuestra querida
Honduras.
*Alex Darío Rivera M. Catedrático y escritor.
Email: alexdesantabarbara@yahoo.com
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