* Alex Darío Rivera M.
Siempre se ha dicho que en
nuestra Honduras, el plomo flota y el corcho se hunde. Eso parece cumplirse
cuando los mismos que han cometido y/o permitido delitos de traición a la
Patria y a los derechos humanos fundamentales, son los que han comenzado hablar
de amnistía; los que provocaron la enfermedad ahora nos quieren vender la
medicina. La palabra amnistía, del griego amnestia, significa literalmente:
¡olvido!, en un sentido político, esta es una causa de extinción de
responsabilidades penales, un acto jurídico por el que un conjunto de
individuos que han sido declarados culpables de un delito pasan a declararse
inocentes por la desaparición de la figura delictiva. Casi siempre, la
propuesta de amnistía emana del poder legislativo, pero en el caso nuestro, de
manera irónica, el Congreso Nacional y la Corte Suprema de (In) Justicia fueron
dos de los muchos actores involucrados directamente en propiciar el golpe de
Estado, violentando entre muchos otros aspectos, el artículo cuarto de la
Constitución de la República que comenta que los tres poderes del Estado son
“complementarios e independientes y sin relaciones de subordinación”. Todavía
más ilógico, es el discurso del gobierno de facto -curándose en salud- comentando
que esa amnistía es para ser aplicada al Presidente Constitucional de la
República Manuel Zelaya Rosales y a miembros de su gabinete, en otras palabras,
se ofrece amnistía a un sector de los afrentados, no a los que cometieron los
delitos, pero peor aún, con esa postura soslayan –como siempre lo han
hecho- los asesinatos, torturas,
persecuciones políticas y todo tipo de violaciones a los derechos humanos
fundamentales que se le han cometido a este pueblo. Los golpistas parecen ser
ilusos si consideran el hecho de que con la amnistía sacarán de la memoria
colectiva los delitos cometidos después del 28 de junio al pueblo hondureño
–principalmente-. Aún en el momento que escribo estas líneas continúan
apareciendo asesinados líderes vinculados a la Resistencia al golpe de Estado;
los que cometen estos delitos, podrán extinguir sus responsabilidades penales o
civiles y anular sus antecedentes penales como históricamente lo han realizado
con sus corruptos contubernios, puesto que ellos se convierten en juez y parte,
pero jamás los podrán arrancar de la reminiscencia popular que siempre luchará
para que nunca más exista impunidad a los miembros de este régimen dictatorial
que ha cometido toda clase de delitos con el afán de proteger los intereses de
una conservadora y voraz oligarquía e intentar truncar los sueños libertarios
de un pueblo con ansias de libertad, igualdad y justicia y, que grita con la
dignidad herida: ¡Para los golpistas, ni perdón, ni olvido!
*Alex Darío Rivera M.
Catedrático y escritor. Email: alexdesantabarbara@yahoo.com
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