*Alex Darío
Rivera M.
“La violencia es el miedo a los ideales de los
demás”.
“Lo que se obtiene con violencia, solamente se
puede mantener con violencia”.
Mahatma Gandhi
“La violencia es
siempre un acto de debilidad y generalmente la operan quienes se sienten
perdidos”, aseguraba el poeta y ensayista francés Paul Valéry. Pocas frases
pueden ser más acertadas al intentar “comprender” la brutalidad desatada en el
país por parte de los organismos represores del Estado contra el pueblo
hondureño durante la dictadura cívico y militar encabezada por Roberto
Micheletti y Romeo Vásquez, quienes después de asestar el golpe de Estado bajo
la tutela del gobierno norteamericano y la oligarquía “nacional”, ejercieron un
fuerte imperio de violencia soslayando los más elementales derechos humanos,
política que ha continuado manteniendo el “gobierno” espurio surgido del falaz
proceso electoral montado bajo la amenaza, el paroxismo militar, la represión,
el asesinato y la indignación del soberano poder popular. Por tanto, para
intuir la “justificación” a esta barbarie, es preciso recordar que el gobierno
de Lobo Sosa surge bajo denominación inequívoca de régimen dictatorial al
proceder de un golpe de Estado, carente de legitimidad, puesto que aunque
siempre se quiera ocultar, las personas que asistieron a votar, no
representaron ni el 30% del total de ciudadanos inscritos en el padrón
electoral, lo que pone de relieve a un “gobierno” carente de legitimidad
popular. Esta condición de “deslegitimidad” provocada –en parte- por la
indignación del pueblo ante el atroz golpe de Estado, se asevera ante el enorme
déficit social hondureño caracterizado por más del 80% de su población viviendo
bajo pobreza, un 42% de ella subsistiendo en niveles de indigencia, 35% de
nuestra gente desnutrida o malnutrida, más del 30% de analfabetismo, arriba del
60% los niveles de desempleo en la población económicamente activa y una
estructura estatal (ejecutivo, legislativo y judicial) caracterizada por la
corrupción y el clientelismo político-clasista, entre muchos indicadores y
características más; radiografía que muestra un cuadro acelerado de
precarización que contrasta enormemente con las portentosas fortunas amasadas
por una reducida oligarquía voraz que ha usurpado el ejercicio del poder y
convertido el Estado nacional en una instancia para acrecentar sus riquezas
favoreciendo sus empresas mediante la corrupción, la especulación, el
monopolio, la condonación, el soborno, la mediatización de la información y la
brutalidad militar y policial. Es necesario mencionar que este escenario es
“reforzado” mediante la implementación de las políticas neoliberales
contempladas en los Programas de Ajuste Estructural impuestos por parte del
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, buscando consolidar el poder
privado sobre el público, imponer el interés individual al colectivo y
favorecer la libre circulación del capital transnacional agudizando los
conflictos sociales relacionados con la posesión monopólica de la tierra,
dejando fuera de acceso a millones de agricultores pobres que no ejercen
propiedad ni de los dos metros de tierra en el que descansará su cuerpo cuando
dejen de existir. Asimismo, la fuerte presión de esos sectores -a fin de
incrementar el lucro- buscando derogar la Ley del Salario Mínimo y la anhelada
búsqueda por suprimir el Código de Trabajo amenazando dejar en el desamparo a
cientos de miles de hondureños y hondureñas cuya supervivencia se abriga bajo
ese respaldo legal. Esto, unido a la (mala) intencionalidad de abolir los
estatutos profesionales, en este caso particular, el Estatuto del Docente
Hondureño, escondiendo intenciones como la desmovilización y la despolitización
de ese beligerante sector opositor, lo que favorecería la búsqueda de las
condiciones necesarias para la privatización de la educación que significaría
alejar –aún más- los pobres de la escuela. Bajo esa misma lógica, promueve la
corrupción, el clientelismo y el saqueo descarado del Instituto de Previsión
Magisterial (INPREMA) con la intención de justificar –con la quiebra- esa misma
visión privatizadora, que no se limita en esos escenarios, sino que incluye
recursos naturales como las cuencas hidrográficas bajo amenaza de privar el
acceso al agua a millones de hondureños y hondureñas, sin olvidar, los recursos
minerales, que bajo la modalidad de explotación a cielo abierto amparada en la
entreguista Ley de Minería, no solo se nos continuará despojando de la riqueza
nacional, sino –también- manifestando la negación a la vida misma. Todo ello,
sin mencionar la explotación indiscriminada del bosque, la proliferación del
crimen organizado y la acentuación de la crisis económica interna ante el
desconocimiento de varias organizaciones y estados de la comunidad internacional
a pesar del embustero lobbie promovido por el “gobierno” de Lobo, el andamiaje
de Washington y los países alineados a los intereses de los Estados Unidos.
Otro factor adverso a este ineficaz intento de “gobernabilidad”, es la
permanente amenaza de huelga general por parte de los trabajadores y el
descontento popular como consecuencia de injustos reajustes fiscales que ha
pauperizado la economía familiar a condiciones insostenibles. Todo lo anterior,
enmarcado en una fuerte demanda popular para la convocatoria de una nueva
Asamblea Nacional Constituyente surgida en el seno de la voluntad y los
intereses de la mayoría, una mayoría –ahora- consciente y en posición de lucha
por instituir un modelo democrático donde los pobres sean percibidos como
verdaderos sujetos políticos. Es justamente en esa amplia amalgama de factores
de la realidad (social, política, económica e ideológica), en la que ha
comenzado a gestarse la propuesta de un proceso reivindicativo más justo y
equitativo proclamado por los sectores históricamente marginados, mismo que
genera incompetencia y muestra la debilidad para contenerlo por parte del
actual “gobierno” y el sistema político imperante, “obligándolos” a recurrir a
la represión y a la violencia, pues como manifestaba Isaac Asimov: “La
violencia es el último refugio del incompetente”.
* Educador y
escritor de Santa Bárbara. E-mail: alexdesantabarbara@yahoo.com
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